lunes, 24 de septiembre de 2012

Jaime Mira, ¿El primer espía moderno español?


Jaime Mira era natural de Ponte do Porto, y fue condenado a muerte en Florida por ser espía del Rey de España.



Rafael Lema


El 9 de mayo de 1891 murió en Key West, Florida, el comerciante español Jaime Mira, tras ser acusado de espiar para España por el gobierno de los Estados Unidos. Reinaba en nuestro país Alfonso XIII, aun niño, por lo que vivíamos la regencia de la reina María Cristina. En EEUU gobernaba un muy discutido y breve presidente, Benjamin Harrison. España acababa de celebrar sus primeras elecciones con sufragio universal, ganadas por el conservador don Antonio Cánovas. Pero la vida (o mejor la muerte) del protagonista de este reportaje tiene mas que ver por el principal episodio de la política hispano-americana de esta época: el conflicto cubano. Y con el nacimiento de las agencias de espionaje modernas, en esta caso la legendaria Agencia Pinkerton, madre de los investigadores privados, e involucrada en las primeras acciones de este tipo en donde aparece el gobierno español. 


El gallego Mira, natural de Ponte do Porto (A Coruña) es el primer nombre documentado de un espía moderno español, en este marco. ¿Un hombre de Pinkerton? Todo apunta a ello. La red de agentes del teniente Carranza en Canadá es de 1898, siete años antes de la muerte del patriota gallego en Key West. Mira había nacido en la villa coruñesa de Ponte do Porto en 1838. Tenía otros hermanos: Sofía, Concepción, Leonor, María, Manuel y un Santiago (que posiblemente fuese el mismo Jaime). Su apellido, oriundo de Leiloio (Malpica), se avecindó en el siglo XIX Ponte do Porto. Su casa en O Outeiro está ahora en restauración. Una rama echó raíces en Cee y de este grupo partieron los Mira americanos, a Cuba y Florida. Los nombres Manuel, Sofía, Concepción y María se repetirán en los parientes gallegos hasta hoy. Algunos de estos datos fueron aportados por sus descendientes residentes en Tampa, Florida, como Charyl Sánchez Simmons y Joyce Rodeiro, que fueron asimismo quienes me informaron sobre la sorprendente historia del agente Mira. Esta profesión se documenta en España en 1910, con la apertura en Barcelona de la Agencia Detectives Office co. Ltd, dirigida por Enrique Cazenevue Cortés. 


En 1923 nace en Madrid el instituto Fernández Luna IFL. Pero hubo antecedentes españoles, cuyos nombres son apenas conocidos, debido al secretismo en las fuentes, que nos llevan al trabajo de espionaje de rebeldes cubanos por parte de la Agencia Pinkerton a finales de siglo XIX. Esta empresa privada norteamericana fue contratada por el gobierno español, para realizar discretas investigaciones de independentistas cubanos en suelo americano, especialmente las andanzas del líder José Martí. El trabajo para España de la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton ANDP, con detectives americanos, se inició en 1868, desde Nueva York a Florida para obtener información sobre los movimientos de los patriotas cubanos, sus colaboradores cercanos y la preparación y envío de cargamentos de armas a los insurrectos cubanos. Gracias a estos datos las autoridades españolas pudieron desbaratar muchos de sus planes. En el Archivo Histórico Nacional de Madrid se guardan reveladores datos de estos contratos con la agencia, sobre todo desde 1880 y enfocados a seguir los pasos de los compatriotas cubanos, especialmente a Martí. En un documento secreto de 1882 del Gobierno General de la Isla de Cuba se cita al agente P.Y., de la Pinkerton, que informa del “conspirador Martí”. Hasta 1895 el líder fue seguido por la agencia, que contaba con una extensa red de enlaces en los puertos del sur de EEUU, entre ellos ciudadanos españoles, comerciantes sobre todo. ¿Fue Mira uno de ellos? En esa etapa y en esa zona todos los agentes eran de la ANDP. Hasta 1898 no nace la primera red “española” dentro del mismo conflicto cubano, la malograda experiencia de Carranza en Canadá, que suena a una acción de contraespionaje de la ANDP. El gobierno americano así lo entendió y el gallego Mira pagó con su vida el patriótico trabajo para su rey. Una ingrata y no reconocida labor que sale ahora a la luz tras 121 años de silencio, guardada como una leyenda oral en la familia en Tampa. 


En 1891 no había guerra en Cuba ni conflicto declarado con EEUU, pero la ley de aranceles de Cánovas levantó de nuevo a los terratenientes, al comercio, a los independentistas isleños que reeditan las acciones en 1895. EEUU compraba el 95% de azúcar, y el 87% de las exportaciones a la isla, que era también un buen mercado para sus manufacturas, grabadas a favor de las catalanas con las nuevas leyes coloniales. Son hoy conocidos los planes del gobierno norteamericano de expansión en América, con objetivos claros como la toma de Puerto Rico y Panamá (para la empresa del canal), el dominio de Cuba, y una base en Filipinas para el comercio chino. Para todo este programa, España era “el problema”. El gobierno de Washington protege y estimula a los independentistas cubanos, y a su vez también espía y detiene a activistas españoles en su suelo, como al gallego Mira. Para eso había creado dos agencias oficiales de inteligencia, la ONI en 1882, y la MID en 1885, copiando los sistemas de la privada ANDP, la pionera. Los objetivos principales en política exterior: España y Alemania. 


Familiares de Jaime Mira, con Rafael Lema

La Oficina de Inteligencia Naval ONI tenía dos funciones principales, recopilar información sobre las fuerzas navales del extranjero y la adquisición de la información necesaria para desarrollar la propia Marina estadounidense. Mientras la División de Información Militar hacia lo propio, pero enfatizando en la potencias europeas, especialmente Alemania y España quienes eran los potenciales enemigos de Estados Unidos en ese fin de siglo. El levantamiento de mapas y cartas topográficas fue la misión más importante para la que eran entrenados los militares de rango asignados al MID. El expansionismo imperial estadounidense en su radio de operación incluía hasta la posible invasión de las Islas Canarias. Pero para sus juegos de guerra era necesario acumular la mayor cantidad de información sobre los posibles enfrentamientos. De esta misma escuela se escogerán los oficiales que asesorarán al presidente MacKinley en sus preparativos de la Guerra contra España, a finales de 1897. Ante el deseo de expandir el territorio estadounidense, los estrategas de estos servicios ponen en práctica, en 1896, el juego de dominio sobre las colonias de España. El interés de Estados Unidos por las colonias españolas era manifiesto desde mucho antes de la década del 90, o como ya se ha probado en otros trabajos, desde los albores del siglo XIX. 


La situación de la Guerra Cubana de 1895, es una oportunidad para los estadounidenses, y el ONI ordena, ya entrado el 1896, la infiltración de agentes estadounidenses en Hawai, en Cuba y en Puerto Rico. A Estados Unidos le interesaba Cuba como un territorio que podría rendir grandes beneficios al expansionismo imperial y a las demandantes empresas azucareras que presionaban al gobierno estadounidense por aumentar las zonas y mejorar las condiciones de su mercadeo, atacadas con el arancel Cánovas de 1891, fecha de la muerte del olvidado patriota Mira.


Se sabe que desde 1893 hay agentes del ejército estadounidense infiltrados en territorio cubano. El primero de ellos fue George Scriven, encargado de informar sobre la creciente rebelión. Estas infiltraciones aumentaron paulatinamente durante las campañas de Martí de 1895. A finales del 97 y principios del 98, otros agentes, con igual propósito, fueron despachados a Madrid, a Manila, a La Habana y a Puerto Rico. El espionaje norteamericano no se limitó a obtener información estrictamente militar. Información de primera mano era ofrecida por los corresponsales de todos los periódicos estadounidense que a partir de enero de ese mismo año comenzaron su conocida guerra de prensa amarilla contra España. La prensa resultó ser una fuente de información gratuita y en ocasiones rentable sobre las fuerzas del poderío español. Recordemos las noticias reales e inventadas de periódicos como The Herald y The Journal, ambos de Nueva York. En fin, del grupo Hearst. Muchos supuestos corresponsales de guerra eran en realidad espías comerciales. La misión de estos era informar sobre las capacidades de explotación de las islas. 



Armados de cámaras y de una buena dosis de entusiasmo descriptivo, fotógrafos y periodistas como James D. Dewell, y Frederick A. Ober, entre otros, recorrían las islas en poder español durante los meses de mayo y junio, fotografiando los campos y tomando notas de los recursos naturales. Por su parte los españoles, en 1898, habían instalado una discreta, pero eficiente red de espionaje en territorio canadiense, comandada por el teniente Ramón Carranza. Desde la inteligencia desarrollada por espías españoles en Washington, Carranza recibía partes de estrategias y movimientos de flotas que reportaba directamente al Ministro de Guerra español. Una indiscreción suya da al traste con su red y la agencia es desmantelada y apresados algunos de sus espías. Suceso que amenazó con romper de una vez y para siempre las ya malas relaciones entre Estados Unidos y Canadá. Este país también sentía la amenaza del irracional expansionismo estadounidense. Otro colaborador de España, en Puerto Rico, fue el agente John E. Wilkie. Por parte americana destacaron como espías en este conflicto cubano: William Freeman Halstead, George Bronson Rea, Edwin Emerson, Henry Ward. El teniente Henry Howard Whitney. El general Nelson Appleton Miles.






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