miércoles, 30 de mayo de 2012

El entierro de Eduardo Pondal

A Coruña despidió en olor de multitudes al gran druida Pondal.


Xosé Manuel Lema


El vate gallego Eduardo Pondal Abente fue despedido en olor de multitudes el 9 de marzo de 1917. Falleció en la ciudad herculina a los 83 años de edad con una importante trayectoria a sus espaldas.
A Coruña se volcó el día de su entierro. No faltó la multitud, acompañando a la comitiva fúnebre, ni las coronas de flores del ayuntamiento, del Centro Gallego de La Habana, la Reunión de Artesanos, la Academia Gallega, los Amigos da Fala, y de Jesús Bello, el dueño del hostal “La Luguesa” en donde el insigne poeta pasaba largas temporadas y en donde vivió sus últimos días. En este hostal se veló su cadáver.


Detrás de la procesión de coronas, cuatro caballos tiraban de la carroza fúnebre, escoltada por seis porteros de distintas sociedades de la ciudad. En la carroza, la corona de sus familiares, que caminaban, junto a un numeroso grupo de amigos y vecinos. Políticos y gentes de la cultura. Cuentan las crónicas que los comercios cerraron sus puertas al paso de la comitiva, desde Juana de Vega hasta el cementerio de San Amaro. Pero horas antes, los Cantones y la calle Real estaban abarrotadas de gente.



Varios miembros de la Irmandade da Fala bajaron el ataud de la carroza. Allí estaba el cuerpo de Pondal embutido en un hábito franciscano. En el cementerio, habló el párroco de Santa Lucía, el alcalde de A Coruña y el galleguista Lugrís Freire. Este último se despidió pidiendo trabajar por la redención de Galicia “prescindindo de políticos famentos” y con la proclama de  “Terra a nosa”.
Se cantó el Himno de Galicia, cuya letra era del poeta de Ponteceso, y se disolvió el duelo. El funeral tuvo lugar unos días más tarde, pero la despedida fue mucho más grande.

                   PONDAL, EL DRUIDA DE GALICIA

Un reguero de telegramas y de cartas fue llegando a la familia, y numerosos artículos en la prensa. Uno de ellos titulado “El bardo Gundar” firmado por Emilia Pardo Bazán, en las páginas de El Noroeste. “Yo no me resigno a que el bardo Gundar duerma en una necrópolis, cuando su espíritu debe flotar sobre las gándaras y en las noches de luna, asistir a los conciliábulos de las fadas,allá en las inmediaciones del cabo que según sus palabras, sueña con lo infinito”


Sigue al autor en twitter @xmlema
Sigue Crónicas Nerias en Facebook

FOTOS- Eduardo Pondal- revista Galicia de La Habana.
                Esquela- El Orzán



No hay comentarios:

Publicar un comentario