Rafael Lema
En 1943, la flota pesquera gallega se convirtió en objetivo militar para las potencias aliadas y se dictó la orden de hundir arrastreros para evitar que actuasen como espías del III Reich. Mientras libraban la Batalla del Atlántico, entre los submarinos del almirante Doenitz y los medios aeronavales aliados, los pescadores gallegos se convirtieron en víctimas inocentes.
La documentación hecha pública por la Royal Navy británica, junto a la Armada Canadiense, confirma los ataques. Al menos diez buques fueron bombardeados y hundidos durante la II Guerra Mundial. A finales de 1942 aviones de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) sobrevolaban la costa gallega, arrojando pasquines sobre los puertos. En los panfletos, se advertía a los marineros que no sacasen sus pesqueros a mar abierto, pues todo el litoral se consideraba zona de guerra. En los papeles amenazantes, se relataba que el Atlántico y el Cantábrico se habían convertido en el escenario de la batalla entre los aliados y los submarinos nazis. Nadie estaría a salvo navegando en esas aguas. Y se hablaba de heridos en alta mar, bajas de pesqueros, noticias silenciadas.
Por los archivos militares de Inglaterra y de Canadá conocemos la operación que realizó el destructor canadiense Iroquois en julio de 1943, en la que fueron hundidos varios pesqueros. El Iroquois, acompañado por su barco gemelo Athabaskan, y el destructor polaco Orkan, patrulla el Atlántico frente a Galicia en busca de submarinos alemanes. El 21 de julio, el capitán del destructor canadiense escribe en su diario: “El Iroquois ve a un barco pesquero español hacia el este, de nombre Manolo, de A Coruña, y, siguiendo las instrucciones de hundirlo, lo hacemos, después de embarcar a su tripulación de catorce hombres”.
A la mañana siguiente, el Iroquois detecta a otro pesquero gallego. Es el Isolina, al que envía a cañonazos al fondo del mar. Un tercer barco, el Vivero, se hunde víctima de los obuses del destructor polaco Orkan. “Estos barcos -explicaría el capitán del Iroquois- fueron hundidos en un área que había sido prohibida para ellos por el Almirantazgo varios meses antes, porque había buenas razones para creer que estarían menos interesados en la pesca que en la más probable ocupación del espionaje”. La Armada canadiense justifica que, en los últimos meses, los pesqueros gallegos se adentraban en mar abierto, desoyendo las órdenes que figuraban en los panfletos que los aviones habían arrojado. Según los archivos de Canadá, la operación del 21 y 22 de julio de 1943 “fue la primera que se tomó en contra de ellos (los pesqueros gallegos) para cumplir las órdenes”. Y esa jornada fatal pudo ser peor, porque el capitán del Iroquois termina informando de que ha avistado “a otros muchos, más de quince pesqueros, pero no fueron molestados porque no estaban en una posición que perjudicase el éxito de nuestra operación”.
Otra escuadra aliada atacó a pesqueros gallegos durante el verano de 1943. En este caso, estaba formada por destructores de la Royal Navy británica. Integraban el convoy los buques Kite, Woodcock, Woodpecker y Wild Goose, cuatro destructores de última generación, construidos en astilleros del Reino Unido para hacer frente a los sumergibles de Doenitz y muy conocidos. Pero también los pesqueros gallegos están en el punto de mira. El 22 de julio de 1943, el Woodcock encuentra faenando al pesquero gallego Europa 5, matriculado en Vigo. “El área era una de las señaladas por el Almirantazgo para uso de los neutrales bajo su propio riesgo”, escribe el capitán del buque. Así que se ordena abordar al arrastrero y se detiene a sus 17 tripulantes, que son embarcados en la flota aliada. Instantes después, el Woodcock dispara sus cañones contra el Europa 5 y lo hunde en el Atlántico.
En los días siguientes, los aviones de patrulla británicos, ayudados por torpederos anti submarino Liberator, localizan a nuevos pesqueros gallegos en su zona de acción. El capitán del Woodcock ordena a todos los destructores de la zona dirigirse al área de pesca, con órdenes de hundir a los barcos. El pesquero Viro es enviado al fondo por el destructor Kite; el Montenegro, por el Wild Goose; el Buena Esperanza y el Don Antonio, por el Woodpecker; y el Comparrel, por el Woodcock. Que todos los barcos participasen en el hundimiento, hace sospechar que aprovecharon la operación para hacer ejercicios de tiro. Increíble. Estamos hablando de estados presuntamente democráticos, que luchaban por la libertad de Europa contra los nazis.
Un pesquero más, el Valterra se conserva y a él se traslada a todos los tripulantes detenidos, que serán luego desembarcados en un puerto español. Tras la operación del verano de 1943, el mensaje de guerra aliado cala en los puertos españoles. No hay noticias de nuevos hundimientos. Los aliados pensaban que los pesqueros ayudaban a Hitler en la “guerra meteorológica”, como bases avanzadas para medir el tiempo. El alto mando aliado temía también que los pesqueros gallegos actuasen como espías de la armada nazi, podían facilitar mucha información a los sumergibles sobre tránsito de mercantes.
Por otra parte en la Segunda Guerra Mundial, el 20-8-42 el barco alemán Werra debe entrar en la ría de Corcubión acosado por los aliados. Es un vapor, armado con un cañón de 10 cm a popa y varias ametralladoras, atacado por un cuatrimotor en Sisargas. Ese día sucede un combate aéreo en el cielo de Malpica, una verdadera batalla con unidades navales y aéreas en nuestras aguas jurisdiccionales. El 29-8-1943 en Langosteira de Fisterra cae un avión americano tras otro combate aéreo encima de nuestras cabezas. La guerra llega también al racionamiento, a la pérdida del comercio, y a bajas en la flota pesquera a causa de ataques aliados. Algo insólito pero cierto y documentado. Es conocido que varios aviones aterrizaron en nuestra zona tras luchar en el aire en la 2GM.
Es el caso del cuatrimotor caído al mar en Langosteira, en Fisterra, el 28-8-43. En el informe del ayudante marítimo de Corcubión, Santiago Olansoaga se cita el magnífico comportamiento de los vecinos de Fisterra en el auxilio de los náufragos, 9 aviadores norteamericanos. Uno falleció, el piloto. Los náufragos habían sido recogidos por el pesquero de Camariñas Dejen Paso, con José Canosa de patrón. Uno de ellos por la buceta de Antonio Romero. Uno de los aviadores hace explotar el avión antes de abandonarlo. 5 náufragos se hospedan en casa del agente de la policía marítima en Fisterra, Manuel Mayobre. Otros cuatro en un local de la villa
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