La Alemania nazi, la minería,
y los marineros de la Costa da Morte.
Rafael Lema
La industria minera en la
Costa da Morte debe buena parte de su desarrollo a científicos nazis que
quedaron en nuestras tierras tras el hundimiento de III Reicht. La explotación
del wolfram en Ponteceso, Coristanco o Santa Comba se desarrolló con el impulso
nazi, ya que Alemania era el principal importador en los años de la gran
guerra. Minerales estratégicos que aun están en nuestros suelos en cantidad
aceptable fueron descubiertos y explotados por los alemanes. Barcos de cabotaje
famosos en Ponteceso y Corme que siguieron faenando varias décadas después de
la guerra eran nada menos que lanchas de desembarco de la armada alemana, la
Kriegsmarine, que fueron reconvertidas en barcos de transporte minero. Eran
estos los mercantes conocidos como Kaolino, Rutilo, Titania.
Técnicos, motores, camiones,
maquinaria alemana sirvieron para relanzar las extracciones de wolfram, rutilo,
caolín, estaño, arsénico, ilmenita, titanio, y tierras raras en la autárquica
España de postguerra. A los alemanes se debe la construcción del puerto de
Balarés, el embrión de industrias mineras como Titania SA, la activa
explotación de la mina de arsénico de Noicela entre 1939 y 1943 y minerales
estratégicos de Razo (circón, granates, rutilo, ilmenita). Las minas de estaño
y wolfram de monte Neme fueron arrendadas a una empresa alemana que la
modernizó. También fueron parte activa en la empresa Kaolines de Lage SL.
Técnicos y capataces alemanes llevaron la mina de Barilongo en Santa Comba en
su mejor época y algunos quedaron en la España franquista.
La ayuda de Franco a Hitler
en nuestra guerra civil en buena parte se cobró a través de la empresa
Sofindus, creada en 1940 para este fin. Tras el término de la guerra franco se
tuvo que plegar a la fiscalización aliada de los fondos nazis en España, y
éstos descubrieron las millonarias cuentas de Sofindus y su amplia maraña de
empresas mineras, navales, banqueras, de servicios. Estaban en la cuenta
especial Bernhardt y la cuenta Enrique, en las que se dan noticia de los
numerosos testaferros e intermediarios nacionales de los nazis. La minería
jugaba un papel destacado en estas listas, y sobre todo el wolfram gallego, el
oro de Franco, con la trama naviera asociada para su embarque y envío a
Alemania. Son empresas como Hisma, Minerales de España SA, Somar (estaño),
Nisa, y empresarios como el grupo Fierros, la naviera Aznar, o el padre del
marqués de Villaverde, yerno de franco.
Barcos españoles llevaron a
cientos de nazis a argentina tras la caída, desde Vigo, en medio de otros
cientos de emigrantes gallegos que escapaban del hambre, como el Juan de Garay,
Monte Urbasa, Monte Amboto. Mercantes como el Bessel, el Max Albrecht,
abastecieron submarinos (por lo menos 18 se surtieron en puertos gallegos, 35
fueron hundidos en sus aguas), y con otros habían llevado años atrás durante la
fiebre del wolfram el mineral gallego desde Vigo, Vilagarcía o el escondido
puerto de Balarés, en Ponteceso. Barcos a veces escoltados por submarinos desde
Vigo, según confirma en sus memorias el almirante Donitz, o al menos en dos
ocasiones documentan los mineros de Barilongo en Balarés. Así el 4 de noviembre
de 1939 el alto mando alemán pide a Donitz escolta de submarinos para un convoy
de diez buques que saldrán de Vigo. En Camariñas los vecinos aun se acuerdan
del barco do gas, mercante alemán abastecedor de submarinos que entró en la ría
vertiendo gas, tras el ataque de la aviación aliada. Era el Nord Atlantic en
1943.
La araña, la red
alemana filonazi en Galicia tenía muchas arterias. Vigo jugaba un papel
fundamental en esta red, como puerto de embarque de mineral, de llegada y
salida de cargos nazis, base de suministro de submarinos. Y posteriormente como
embarque para el exilio argentino.
En esta red eran base
fundamental Eugen Erhardt , asentado en Bilbao, y el rey del wolfram, Johannes
Bernhardt, presidente de Sofindus. En Vigo vivía Karl Arnold, responsable de la
red de mensajería secreta con Sudamérica, y que sigue en la ciudad en 1947. El
responsable de la Abehr en Galicia, Walter Giese, que se sirvió de la
infraestructura montada en los años veinte por Conrad Meyer, espía de Canaris,
pieza fundamental para el abastecimiento de submarinos.
Giese utilizaba varios
nombres falsos, como el oficial, Nordman; el que usaba en los cables, Greif, o
el de Alfred Thomas. Tenía a su lado a oficiales como Karl arnold, Alfred
Shulz, la secretaria Ehlers, trabajando para la Compañía General de Lanas, del
grupo Sofindus. Eran responsables de velar por el correo entre Berlin y
Sudamérica, a través de Johann Siegfried, de la SD, apoyado por falangistas
locales o miembros de la División Azul. Activos colaboradores locales eran José
Vallés, en la embajada, o José Mella Alfageme (siemens). Con esta red
trabajaban Meino von Eitzen Braun, que vivía en Vigo desde 1924, en la calle
Compostela, 12, instalado en un alto nivel de vida, socio del club náutico,
poseedor de un pazo y de 17 fincas en la zona. Robert Baalk, era parte de la
red que ayudaba a los nazis en su exilio tras la caída, administrando el fondo
de oro que cubría estos gastos, el de ramón de la peña, y se asentó en
Pontevedra.
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